domingo, 13 de septiembre de 2015

Despedida de Bonilla.



Carta de un prófugo a su amigo del alma, su hermano mayor.

Querido hermano, amigo del alma que ya no estás con nosotros. Soy otro Bonilla y tengo mucho que contarte. El principio es tu final y tu final ha sido la causa y mi bendición ahora, un años después.

Reyes  ¿te suena el nombre? Ya sé que no era santo de tu devoción pero me hice amigo de él.Tu instinto de sabueso no te engañó. Victor ocultaba cosas pero no tenía nada que ver con la DGD. Sí con Ortega pero fue en defensa propia, era él o el otro pero eso ya no importa. Víctor era, es, un prófugo al igual que yo. No te asombres, razones tenemos. Lo suyo viene de lejos lo mío vino después de Lourdes pero eso, eso te lo cuento un poco más tarde.

Victor, Enrique Forján en realidad, es una gran persona, te lo repito porque quizá sigas sin creerme. Los fascistas le arrebataron a su hijo y mataron a su mujer. Por matar al responsable de la muerte de su mujer le cogieron y condenaron pero valiente que es pudo escapar.Ya en Francia se llamó Victor Reyes y allí pasó unos años, como asesino a sueldo. Cosas que pasan, cuando se pierde las ganas de vivir, la ilusión y el vacío se apodera de uno, ¿ verdad que sí? Yo lo entiendo.Cansado ya de matar, con nueva energía y dinero para buscar a su hijo, a Madrid que vuelve. Y en esa estaba cuando le conocimos. Ya ves, los tiros no iban por dónde pensabas y puede comprobarlo. Tras tu muerte, pensando que había sido él el causante, fui a buscarle pero entendí que no había sido él y una noche, caminando juntos por la plaza, mató por mi y me ganó del todo.

Tu muerte tuvo que ver con el CIL. Los terroristas entraron en nuestro despacho, encontraron los recortes que tu estabas reuniendo y pensaron que estábamos sobre una pista. Todavía no estoy seguro si iban a por ti o a por mi, pero las balas las recibiste tú y a mi me empezaron a observar y a seguir y si no hubiera sido por Victor, que caminaba junto a mi,  que sacó antes la pistola que yo hoy estaría contigo, allá dónde estés y Asun condenada a ser viuda para siempre. Luego me entenderás mejor.

Victor mató al terrorista y más tarde, supe por otro terrorista que el que mató Victor había sido quien te disparó. En el registro del cuerpo encontré un mechero y por culpa de ese mechero secuestraron a Jesús. Dentro había un microfilme que no ayudó en nada a dar con el paradero del resto de los terroristas. Como fuere, mechero a cambio de Jesús y asi fue. Gracias a Jorge, otro terrorista pero uno bueno, de esos que tienen buen fondo y conciencia, y que resultó  ser el hijo de Victor, es decir, Victor Forján, hijo de Enrique y Reyes, a Jesús no le pasó nada. Asun puso tierra por medio, el CIL seguía dando guerra y junto con Jesús se fue a Suiza a empezar de nuevo.

Continuemos con Jorge. El pobre chico entró en el CIL solo para derrotar al regimen. No sé si se enteró por la pareja de fascistas  que le adoptaron, y poco o nada de amor debieron de darle, que era hijo de unos rojos, quizá se lo restregaron por la cara .El caso es que pensó que sus padres habían muerto a manos de los fascistas y  quiso vengar su muerte de esa forma, luchando contra el regimen y se unió al CIL.

Como era químico le colocaron en Químicas Blasco y llegó a conocer a Asun. Pero amigo del alma, el no era tan sanguinario como los otros. No quería que las bombas explotaran pese a entregar los componentes de las misma que sacaba de Químicas Blasco. No quería que muriesen, como daños colaterales, gente inocente pero murieron. Imagínate si era bueno que a Lourdes, no la has conocido pero fue otra víctima de la bomba de la DGD, embarazada que estaba entonces, perdió a un marido que no amaba, quedó en silla de ruedas y al poco de conocernos se fue a vivir conmigo a vuestro piso, para huir de su padre cuyo deseo siempre es ley, de volver a casarla con otro noble de gran fortuna, porque Lourdes era hija de un Marqués y un detective como yo no es nadie. Como te decía, que me pierdo, el CIL encargó a Jorge matar a Lourdes pero este no pudo. Subió y lo intentó aunque no quisiera, la cúpula se lo había mando, es lo que pasa, amigo del alma, hermano mayor mío, cuando en una organización anarquista hay cúpula no se puede ni rechistar.  En esas estaba, diciéndole a Lourdes que no era nada personal cuando ella sintió contracciones de parto, ella se desmayó del miedo, no por las contracciones, pero es que los dolores y el miedo que estaba pasando pudieron con ella. Jorge llamó entonces a una ambulancia y se marchó.  

Lourdes murió después del parto pero su hijo, Héctor en tu honor, se quedó conmigo. Antes de morir nos casamos en artículo mortis y le prometí que el niño lo cuidaría yo como si fuese de mi propia sangre. El abuelo del niño, que ni tan siquiera fue al entierro de su hija, me citó en los tribunales, sacó a relucir mi pasado de la droga de cuando lo de Brigitte y no tuve más opción, en vista de que no iba a ganar que marcharme a Suiza con Héctor en brazos. Asun vino a buscarme y por eso soy prófugo aunque ahora estoy en Madrid, por poco tiempo, eso es verdad, no quiero pasar muchas horas lejos de mi familia del cantón alemán de la alpina Suiza. Lo de familia también lo entenderás después.

Retomo la narración. Arratia, un comisario de la Social con fama de carnicero en Bilbao llegó a Madrid y ya ves, terminamos siendo amigos y unidos en las ganas de acabar con el CIL, nuestra amistad se hizo inquebrantable. Yo quería vengar tu muerte y el quería barrer al CIL.  Que fuera de la social y la fama que tenía no cuenta para nada. Desde que te has ido he cambiado mucho y mis prejuicios sobre los de la social se perdieron en uno de esos sumideros invisibles de la Plaza de los Frutos. 

Cuando los terroristas secuestraron a la madre de Laura Blasco, a quien si has conocido como jefa de Asun, Jorge quiso liberarla pero llegamos Arratia y yo y lo estropeamos todo. Allí fue cuando Corrales, el otro terrorista, confirmó que ellos, el CIL eran los responsables de tu muerte. Jorge mató a Juana, la madre de Laura por error, no fue adrede, él no quería, Juana se metió por medio.
No sabes lo mal que el chico lo pasó porque estaba enamorado, perdidamente enamorado de Laura y no podía confesar que era del CIL y menos aún que había matado a su madre ¿ te imaginas el pastel, no?. Como te decía antes, si no hubiéramos llegado nosotros dos, el comisario Arratia y yo, a lo mejor la pobre mujer lo hubiera contado pero no, murió la señora de Blasco y los dos, Corrales y Jorge escaparon. A Corrales le cogió Arratia después pero no cantó, se tomo su cápsula de cianuro porque él era un terrorista al uso, de los que sí obedecen órdenes y no cuestionaba nada, justo lo contrario que hacía Jorge.

Cuando yo me fui a Suiza le prometí a Arratia volver para terminar con el CIL. Victor, a quien Arratia le ha dejado escapar aún sabiendo su pasado y lo de Ortega, para que luego se quejen de los de la Social, me ha llamado para decirme que Arratia y Jorge estaban secuestrados y me necesitaban. Como comprenderás, pese a ser prófugo tomé el primer avión para Madrid, gracias a la fortuna, aunque la monetaria no me la pude llevar, no me faltan recursos en Suiza y un billete en primera clase para el primer avión es pan comido para mi.. Volvamos al presente. Nada más llegar me vi con nuestros amigos de la comisaría y me contaron que Arratia había pedido el traslado de un preso, hermano del cabecilla de la cúpula del CIL. En comisaría no sabían nada de que Arratia estaba secuestrado y yo no dije ni pío y de si soy prófugo o no, tampoco se habló. Me enteré de cuándo, cómo y dónde, vamos que me dieron la  ruta del  traslado y allá que me fui con Victor.

Cuando interceptaron el furgón los del CIl, los grises que iban murieron a manos de estos y el hermano de Barroso, el mandamás de la cúpula, se reunió con su hermano y entonces aparecimos Victor y yo pistolas en mano. Pena que Barroso tomará a Arratia como rehén y que Victor no se diera cuenta de que otro terrorista, escondido en algún lado, le ponía una pistola en la nuca y en esa estábamos, cuando sonó un disparo, Barroso cayó al suelo, yo me cargué al hermano y Victor al otro. Te preguntarás de dónde salió el disparo que nos salvo pues de Jorge. El chico pudo someter a su guardián quien iba a matarle pero él, pese a estar hecho polvo, sangrando y un ojo cerrado por un gran hematoma, pudo con él y corrió a nuestro encuentro. Llegó milagrosamente a tiempo. Padre e hijo se abrazaron y en esto Barroso, con su último aliento dispara de nuevo a Victor pero es Jorge quien recibe la bala. Muerte de Jorge Archete, nacido como Victor Forján, en brazos de su padre y de su amada que llega igualmente a tiempo de oír las últimas palabras de este terrorista bueno y por este gesto, y otro de un aviso de bomba y desactivación de otra, el honor de ser héroe, pero muerto, ha recibido.

No me quiero alargar más asi que voy resumiendo. De vuelta a Madrid, Arratia duró un suspiró pues en la misma pensión con un ramo de flores pistola en mano un sicario le mató, eso sí, al menos pudo pasar una noche de amor con su amada. Victor y Laura, como Jorge les dijo, van a ser felices juntos. Prófugo pero con el vivo retrato de su mujer amada a su lado camino de Nueva York que va. Y yo me vuelvo a Suiza, tras despedirme de Manolita y entregarla una carta de Asun. 

Querido amigo del alma, hermano mayor, jamás te olvidaré y recuerdo tus palabras muy bien: “cuida de Asun y Jesús si algún día yo falto” y eso vengo haciendo solo que ahora planes de boda tenemos. El pequeño Héctor y Jesús ya son como hermanos. Lourdes y tu vivís en ellos pero Asun y yo ya somos dos en uno y es que la vida es así, continua y los grandes amores pasan a la historia, las historias breves y tiernas también,  pero el presente es de los vivos, el amor va pareja de la muerte porque esto es AMAR.

Querido hermano, amigo del alma, me despido de ti, ante tu tumba que tengo en mente, perdona que no haya ido a visitarte, no tengo tiempo.  Te he contado, lo mejor que puedo,los acontecimientos que me trajeron aqui y el futuro que me espera junto a quien fuera tu mujer, mi mejor amiga y ahora la mía asi que he cumplido mi promesa, tu muerte está vengada y ellos me tienen a mi.
Un abrazo,
Bonilla.